Arte urbano | Un "vándalo" de calidad

Arte urbano | Un "vándalo" de calidad

Hay un fantasma en tu calle
De Bansky, el artista del grafiti más famoso y desconocido del mundo, sólo se conoce su arte. Su identidad es un secreto.

Por Ana María Hanssen
Para LA NACION

Si pudiera hablar, Tai sería un codiciado objeto de deseo de periodistas de todo el mundo. Querrían preguntarle cómo es Banksy, dónde se conocieron, si es cierto que se viste sólo con remeras blancas, si efectivamente tiene un diente de plata y si prefiere la etiqueta de artista o la de vándalo. Si, como dicen, nació en 1974, y si fue en Bristol o en Yate. El problema con Tai es que aunque insistan de mil maneras o le paguen todo el oro del mundo por sacarle un poco de información, nunca va a decir nada.

Tal vez fue por eso que Banksy lo eligió para participar en Barely Legal ("Apenas legal", el mismo nombre de una famosa revista pornográfica), una de sus muestras más exitosas y provocadoras, llevada a cabo en una galería escondida en el centro de Los Ángeles, en septiembre de 2006. "Hay un elefante en la habitación", rezaba el texto de las tarjetas repartidas entre los invitados VIP. Y Tai lo decía todo con sus ojos. Según los defensores de los derechos de los animales que se agolparon en la puerta, la pintura era tóxica y sólo un pervertido podía enfrentar al público con un elefante de 37 años, pintado de rojo y con flores de lis doradas que se confundían con el empapelado de las paredes de la galería. Tai representaba la pobreza del mundo y, de paso, departió con Brad Pitt y Angelina Jolie, quienes esa noche compraron un par de obras del maestro del grafiti más conocido y desconocido del mundo: Banksy.

Banksy es el seudónimo del artista urbano más popular de los últimos tiempos. Y a pesar de esa popularidad, se sabe poco y nada de él. Como tan pocas son las certezas que hay acerca de este personaje, tampoco se sabe si, según afirman los periódicos ingleses, se llama Robin Banks, o si eso simplemente es un juego de palabras que evoca robbing banks ("robando bancos"). De ser así no sorprendería, porque Banksy es un maestro del sarcasmo. El fundamento de todo su trabajo artístico es la sátira de la moralidad, la política y la cultura pop: algunos ejemplos son la figura del Papa mezclada con el cuerpo de Marilyn Monroe y los dos policías ingleses que se besan. Su pensamiento -político muchas veces, revoltoso siempre- se sintetiza en sus obras, en las que combina la escritura en grafiti y las figuras creadas con plantillas o esténcil. Y su rebelión, además de la que plasma en las paredes de distintas ciudades del mundo, consiste en evitar mostrarse y decir quién es. Nunca ha dado una entrevista en persona, pero se puede conocer sus opiniones gracias a su página web (www.banksy.co.uk) y a sus libros, Banging Your Head Against a Brick Wall (2001), Existencilism (2002), Cut It Out (2004) y Banksy, Wall and Piece (2005).

"Ya hay demasiados idiotas en el mundo tratando de hacerse visibles sin razón aparente", escribe en Cut It Out (en inglés, "cortala"). Irónicamente, su deseo de invisibilidad lo ha expuesto aún más. Wall and Piece (literalmente, "pared y pedazo", pero también un juego de palabras con "guerra" -war- y "paz" -peace- ) ya ha vendido más de 250.000 mil ejemplares. Muchas hipótesis intentan explicar ese anonimato (¿estrategia para hacerse famoso?, ¿pose artística?), pero lo más probable es que se deba a una necesidad muy concreta e inherente a todo maestro del grafiti: eludir a la policía. Y es que, mientras él convierte el vandalismo en una forma del arte, para la policía quien pinta las paredes debe ser arrestado por disturbio. Aunque se trate, como ya ha manifestado la policía de Londres, de un "vándalo de calidad".

Tal vez sea más que eso. Genio del grafiti, activista político, decorador urbano y leyenda contracultural, el inclasificable Banksy cruza las fronteras políticas del arte con el ímpetu clandestino de un extranjero ilegal. Por ejemplo, uno de sus más célebres trabajos realizados en Bristol puso en tela de juicio la idea de legalidad a la hora de pensar la expresión artística en los muros urbanos. Se trata de un dibujo en una calle donde hay un centro de salud sexual, en el que Banksy representa, con colores y detalles, una ventana de la que cuelga un hombre desnudo, mientras otro hombre se asoma buscándolo y su mujer aparece un paso atrás en paños menores. "El amante fugado", podría llamarse. Aunque la obra pegó fuerte en la ciudad de Fatboy Slim, el propio Banksy declaró en su página web que él era "el mayor sorprendido" ante la decisión del Consejo de la ciudad de someter a un referéndum la opción de borrar el grafiti o dejarlo en paz. Por cierto, ganaron quienes se pronunciaron en contra de borrarlo, con el 95% de los votos.

Lauren Collins, periodista de The New Yorker , es una de las pocas reporteras que dialogó con él -si el cruce de correos electrónicos se puede llamar así-, y eso tras haber viajado dos veces a Londres e insistido una y otra vez con Steve Lazarides, representante del artista. "Un viernes de abril vi que me había enviado un mensaje; me decía que estaba agradecido por mi interés en su trabajo", dice Lauren para adn CULTURA. Con esa oportunidad en la pantalla de su computadora, Collins aprovechó para preguntarle sobre el mural en Bristol. "Es increíble que el Consejo de una ciudad pueda reconocer el valor de un grafiti pintado ilegalmente. Casi podría decir que estoy orgulloso de ellos", respondió Banksy. El diálogo siguió, y Collins le hizo la pregunta indispensable: "¿Qué es lo que quieres hacer?", con la mira puesta en sus motivaciones. Banksy le contestó que al principio quería salvar el mundo, pero que ahora lo piensa dos veces porque ya no está seguro de que le guste tanto como para salvarlo. En contraste, los que sí se salvan son sus murales e intervenciones callejeras, hoy considerados una forma espontánea de arte. Para sus seguidores, borrar esos trabajos sería un auténtico crimen. Quienes entienden de arte y negocios prefieren colgarlo en sus paredes.

Para Daniel Wolkowicz, director de la carrera de Diseño Gráfico en la UBA, Banksy es el paradigma del esténcil. Su arte alcanza un nivel de detalle que ya no coincide con la inmediatez vertiginosa del grafiti. "Banksy piensa lo que va a hacer, elabora la plantilla, y sabe cómo y dónde la va a poner para que cobre sentido", afirma. Su obra más famosa es la serie de ratas anarquistas en blanco y negro que aparecieron en Londres en 1993. Cada una es distinta, pero todas tienen en común la picardía que conquistó a no pocos londinenses. Una de ellas es la grafitera que escribe con pintura roja So Little to Say and so Much Time ("tan poco para decir y tanto tiempo") mientras mira para atrás porque un policía parece haberla agarrado in fraganti . También están la rata provocadora, que lleva un cartel en el que se lee Welcome to Hell ("bienvenido al infierno"), y la que suplica Please Love Me ("por favor, quiéreme"). De esta serie se ha dicho que está bastante ligada al arte del francés Blek le Rat (mejor conocido como Xavier Prou), otro artista del esténcil que se expresa con ratas y que, por cronología e influencia, podría ser el padre artístico de Banksy. En esta línea, la crítica apunta lazos con Jean-Michel Basquiat -quien se inició como "SOMA" en las paredes del East Village neoyorquino-, con Keith Haring y hasta con Andy Warhol, cuya marca habría salpicado el "estilo Banksy" en las obras de la modelo Kate Moss pintada como la Mona Lisa y su serie de tarros de sopa Tesco, la cadena líder de supermercados en el Reino Unido, similar a la que Warhol hizo con la Campbell.

Las paredes de Nueva York, Barcelona, Viena, San Francisco y Los Ángeles le han servido de lienzo. Y en 2005, Banksy encontró el lugar más polémico posible para expresarse: la barrera de 680 km que divide la Franja de Gaza. Allí, un día apareció el dibujo de dos niños que juegan con palas en la arena y ven una playa paradisíaca a través de un hoyo. Banksy hizo nueve grafitis de este corte, días antes de que los colonos judíos emprendieran la retirada. "Me pareció emocionante transformar la estructura más degradante del planeta en la galería más grande del mundo -apuntó en su página web-. Así se fomentan el libre discurso y el mal arte."

A pesar de que sus trabajos aún no ocupan un lugar oficial en los museos -"yo tendría que estar entre dos Picassos", señaló, alguna vez, sin modestia-, éstos se convirtieron en su galería particular y pública gracias a que él mismo los puso ahí sin que nadie se diera cuenta. El 13 de marzo de 2005, tres museos de Nueva York -Metropolitano, MoMA y Brooklyn- encontraron nuevos cuadros colgados en sus paredes con mensajes en contra de la invasión de Irak: pinturas que parecían renacentistas, intervenidas con el símbolo de la paz o un "no a la guerra". Su primera exhibición formal había sido en 2000, en un bar de amigos en Bristol. Hoy en día, su arte se vende hasta en Sotheby s, que en febrero vendió Bombing Middle England (2001, acrílico y espray esténcil en lienzo) en 200.000 dólares. La cifra más alta que se ha pagado en Bonham s por un Banksy alcanza los 575.000 dólares, pero, sobre todo en Inglaterra, su trabajo resulta polémico porque, de algún modo, glorifica el vandalismo.

En todo caso, la discusión alrededor de él permanece abierta. Yo traté de contactarlo por e-mail para que respondiera algunas preguntas, o una sola al menos, pero la aventura no era fácil. Ya me lo había advertido Lauren Collins. Por lo menos, quería averigüar si Banksy de veras es un one man show . Carlos Montoya, director de cine colombiano radicado en Los Ángeles, me cuenta que una vez lo vio con todo su equipo, "dos personajes que lo ayudan con las escaleras, la pintura y la filmación del proceso". Sin querer, Montoya pasó enfrente de la cámara y ese ayudante-camarógrafo le gritó: "¡Estoy filmando!", a lo que el director sólo consiguió responder el excuse me que manda la cortesía. De su aspecto físico, no me pudo decir nada. No sabía cuál de los tres era Banksy.

El diseñador gráfico argentino Federico Raffeto es de los pocos que ha hablado con él, aunque tampoco confirma lo del diente de plata. "Me lo presentó Paris Kain, un neoyorquino que había trabajado con Bansky y amigos en común -cuenta-. Compartimos un cigarro en la puerta de una pequeña galería en la calle 27. Muy british , serio, pero buena onda. Sobre su aspecto físico, prefiero no pasar el dato de una persona que cuida su anonimato, y más siendo un grafitero."

Algo está claro: la identidad secreta de Banksy está a salvo con Tai, Montoya y Federico. Parece que, por el momento, lo único que lo delatará es su arte. Aquello que irrumpe donde menos se lo espera, para apuntar lo que nadie pensaba que se podía decir.

Publicado en La Nación, Argentina
Fotos de Zara J Murray para Archivo Callejero, no publicadas en el articulo.
web de Federico Raffeto: www.fsraffetto.com

1 comentario:

Monshi dijo...

muy muy pero muy bueno
bansky es el mejor del mundo en su area sin dudas