Una pared, un aerosol y ganas de pintar. Para dar los primeros pasos en el mundo del grafito no hace falta más, pero a partir de ese instante se abre un mundo que se mueve entre la más absoluta ilegalidad y el reconocimiento artístico apoyado por las instituciones. En medio, multitud de tonos grises.
Jabier Sánchez, alias el Danger, uno de los graffiteros más reconocidos de Zaragoza, comenzó de niño, "firmando y haciendo lo que a nadie le gusta, como todos", y asegura que es gracias a ello que ahora puede dedicarse profesionalmente a lo que le llena. "Soy tatuador, diseñador gráfico y muralista --explica--. Todo lo que es dibujar me llama". Junto a Gema Giménez Chikita y otros compañeros, es responsable de varias de las obras que decoran los muros del Casco Viejo.
"Hay que tener criterio. En general, la gente suele preferir que estas paredes estén pintadas y lo agradece --afirma--. Entiendo que si lo hago encima de un escaparate y me ven, me denunciarán, aunque es otra técnica que se ha hecho siempre". A pesar de este matiz, tanto el Danger como Chikita se muestran críticos con una sociedad que valora una parte de esta estética urbana pero condena otra.
"La gente no entiende que para llegar a una cosa has tenido que pasar por la otra", comenta ella. "Si yo firmo, la gente se queja, pero si lo hace David Beckham o el graffitero empieza a despuntar artísticamente, estarán encantados de tenerlo en su fachada, y eso es muy triste", continúa él. Por otra parte, indican que socialmente se entiende por arte "lo que está dentro de las instituciones", en referencia a los iniciativas apoyadas por el ayuntamiento que incluyen este tipo de actividades en su programa.
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